El arte de viajar.

Para las personas el verano es sinónimo de relajación. A veces sin darnos cuenta, incluso en vacaciones, podemos generar situaciones de tensión para nuestros amigos peludos. En esta época los perros y los gatos sufren más estrés. También modificamos sus hábitos al cambiar el entorno o lugar de residencia.

Cualquier exigencia biológica o fisiológica como consecuencia de un cambio o adaptación a una nueva situación va a provocar estrés en nuestros animales.

La respuesta requiere un esfuerzo, el animal se prepara para gastar energía, con el fin de acoplarse a la nueva situación. Esto es lo que se denomina estrés. Este puede ser interno o externo, dependiendo que la exigencia se la plantee el perro o el entorno.

Un nivel adecuado de estrés se denomina estimulación (EUstrés). Pero cuando supera cierto nivel se denomina patológico (DIstrés). El límite o umbral del estrés varía en cada perro. Cuando lo superan (sobre estrés) se desencadenan reacciones químicas. El estrés prepara el cuerpo y la mente para la lucha o la huida sin razonar. Los perros muy estresados pueden destrozar cosas, ladrar, autolesionarse …

Con las altas temperaturas se modifican las rutinas, se pasea en las horas de menos calor y la duración es más corta. Es importante adaptar el día a día de forma gradual para que se vayan habituando a estos cambios durante el verano.

Cuando viajamos con nuestros animales es crucial que se acostumbren previamente a hacer salidas cortas y ofrecerles una recompensa al finalizar, como dejarles que disfruten de espacios abiertos y al aire libre.

Si viajamos en coche, en el caso de perros pequeños o medianos, lo ideal es que viajen en un transportín homologado. Se puede colocar en el suelo, detrás de los asientos delanteros del vehículo. Es una ubicación más fresca y segura. Antes de utilizar el transportín debemos positivizar previamente. 

Otra alternativa es que viajen con arneses específicos que se sujetan al cinturón de seguridad o directamente al asiento. 

Los perros de tamaño grande lo mejor es que viajen en el maletero, siempre y cuando este tenga tamaño suficiente. La zona que destinamos al animal debe estar separada de las zonas ubicadas en el equipaje para evitar accidentes durante el trayecto. Se recomienda colocar una rejilla o red de separación entre el maletero y los asientos.

En los viajes hay que mantenerlos hidratados sin darles de comer ni beber en exceso. Es importante conocer la duración del trayecto y el estado de ánimo del animal. Si es muy activo debemos iniciar el viaje cuando esté calmado, realizando las paradas adecuadas. Es considerable viajar en las horas más frescas del día.

En caso de que no podamos viajar con ellos, debemos dejarlo en una residencia de verano a cargo de una persona responsable que conozca sus costumbres y todos los detalles necesarios para su cuidado. Sería fundamental que su rutina no cambiará demasiado para evitar la ansiedad por separación.

La vuelta a casa es estresante para todos. Después de días jugando al aire libre y juntos al regresar al trabajo se vuelven a quedar solos. Es importante tener paciencia hasta que se aclimaten a la rutina de nuevo. Y dejarles solo en casa de forma progresiva.

Un amor sin escalas.

¿Sabes si tu perro tiene estrés?  Te contamos algunos signos principales de estrés para ayudarte a detectarlo. Recuerda que hay que verlo todo en su contexto.

Falta de atención o concentración.

Cuando un perro esta estresado, se bloquea, sin poder oírnos, reaccionar o ejecutar alguna acción incluso por sencilla que parezca. .

Jadeo forzado.

La lengua se mostrara encaracolada, los belfos estarán retraídos con arrugas debajo de los ojos y en la frente.

Bostezos.

Este es un síntoma muy común de estrés. Suelen meter la barbilla en el pecho.

Patas sudorosas.

Como resultado de las hormonas se genera sudor que se abandona el cuerpo de nuestro perro a través de las patas.

Sacudirse el “estrés”.

Es habitual cuando los perros terminan una confrontación tensa que se sacudan.

Estirarse.

Es normal que cuando estén ante una multitud se estiren, para que los músculos se relajen.

Sed excesiva. Cambio en las pautas de higiene.

Un perro que beba, orina o defeca más de lo habitual puede estar enfermo o estresado.

Automutilación.

Pueden morderse la cola o las patas. Es importante descartar problemas de salud o alguna lesión.

Dormir en exceso.

Cada perro tiene un nivel de energía diferente. Si un perro esta estresado disminuye su nivel de serotonina, se apagan intentando dormir.

Existen otras señales como el aseo excesivo, comportamientos obsesivo-compulsivos, confusión, trastornos cutáneos, alteraciones del sistema inmune, rigidez, temblor …

Es recomendable observar estas señales, acudir al veterinario para que realice una analítica de orina y saliva para medir el nivel de estrés del perro. Es importante prevenir y evitar que el perro sufra ansiedad crónica.

Una vez descartado problema de salud, solicitaremos un estudio a profesionales para analizar las causas y establecer un plan con el fin de reducir el mismo. En muchos casos el tratamiento requiere de un equipo multidisciplinar compuesto por veterinarios, etólogos y educadores.

Consulta a nuestro equipo de profesionales. La familia Guau estará encantado de ayudaros.

La fuente de la publicación es el libro “ Solo en casa. La ansiedad por separación canina” de Dr. Janes O’Hare.

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