Mar de alegatos

Mar


“Gatopolis, trece podrían ser tus alegatos, uno por cada año en nuestra familia adoptiva desde los dos meses, y como poner nombre a una gata es enredoso, te llame Mar misterio para inspirar. Amiga y hermana de Luna que brilló contigo, por vuestra dulce brisa, aire que mecía la marea y yo bajo las estrellas. Lista y hábil para engatusar, gruñetigre con el mundo rendido a tus pies, con tu mirada misteriosa, imponiendo tu ley sin razón, pero con corazón, misi que brilla con dos soles por ojos, y con sus destellos, tomando ánimo, por las mañanas y tardes en la terraza, gata en meditación con mente en reflexión. Y en las noches de perros darás piruetas por el pasillo con mucha conmoción. Que te conservas bien por ser fiel a tu rutina diaria, en nuestra casa sin motín pues no entran cucarachas ni ratones. Dogmas entre aullidos, ladridos y maullidos, opiniones y juegos de una familia multiespecies, a ver quién se atreve a poner el cascabel a este Mar de alegatos, que entre ronroneos para ella el tiempo pasa sin prisas, que siete vidas tiene mi gata, y yo quiero vivirlas todas a tu lado. “

Feat @mar

Inspirado en los libros “Alegatos de los gatos” de Antonio Burgos y “El libro de los gatos habilidosos del viejo Possum” del autor T.S. Eliot publicado en 1939 y traducido por Regla Ortiz.

Alegatos y dogmas

Como ya nos decía Antonio Burgos en su libro, la mayoría de las familias españolas convive con un ser sintiente siendo los gatos y los perros los más frecuentes. La frase “Se llevan como el perro y el gato” es un mito. Las familias multiespecies existen y conviven en equilibrio en muchos hogares.

Alegatos y dogmas


Ambas especies suelen vivir en concierto sobre todo si lo han hecho desde pequeños. El periodo de socialización de los gatos acontece entre las 2 y 7 semanas. Lo más adecuado es responsabilizarnos de un gato cuando haya disfrutado de sana alimentación, y compañía de la madre y los hermanos. En el caso de los perros el periodo de socialización es entre las 3 y 12 semanas. De los 21 días a las 7 semanas el cachorro necesita a la madre y hermanos, no recomendando separar al mismo de su camada antes de la séptima con el fin de evitar en adultos una sociabilización con lagunas con sus congéneres. De la 7 a la 12 semana el perro canaliza el instinto gregario con su familia de forma sencilla siempre que se realice una adecuada adaptación al entorno.

Cuando vamos a integrar un nuevo miembro a la familia es importante tener información previa de ambos, la edad, cuanto más jóvenes sean más fácil y natural resultará la convivencia, el temperamento y carácter (si se tratan de animales tranquilos, activos …) y el tipo de vivencias previas que hayan tenido y que han podido ocasionar miedos, timidez…

Se nos pueden presentar diferentes escenarios, en nuestra familia vivimos con un gato e incorporamos a un perro o tenemos un perro e integramos a un gato. En ambos casos la unión debe ser progresiva, con paciencia porque el proceso puede durar días, dejando que se conozcan a su ritmo y que se acostumbren el uno al otro, en un ambiente de calma y controlado para evitar confrontaciones y experiencias negativas.

Familia

Ante la entrada del nuevo animal, prepararemos una zona restringida y cómoda, lo ideal es ubicarlo en su transportín, siempre y cuando esté acostumbrado, y en una habitación pequeña donde estará colocado todo lo que necesita, comedero, bebedero, en caso de los gatos arenero y de los perros cachorros arena o césped. La puerta del transportín se quedará abierta para que salga y entre cuando quiera, con el fin de que pueda explorar. Poco a poco ampliamos la zona de confort dejando que salga de la habitación y vaya explorando e interaccionando con los miembros de la familia, siempre supervisando el contacto hasta que se toleren. Si alguno de los miembros se estresa, nos distanciamos para ajustar el tiempo y la frecuencia con el fin de que las presentaciones sean más tranquilas. Actuaremos con coherencia.

Como ambos prestaran atención a la comida ajena, es conveniente que el alimento del gato se sitúe a cierta altura, en algún lugar al que no pueda acceder el perro. También el arenero convendría que fuera con puerta, para impedir el escatológico interés del perro por las heces de su compañero.

Diversidad familiar

Con el tiempo se conocerán y se aceptarán en la mayoría de los casos. Ampliaremos la zona restringida cuando observemos que el comportamiento de ambos es positivo. Ofreceremos distracciones a nuestro perro o gato (juguetes, caricias …) para que tenga otros focos de interés distintos. Recuerda que se trata de un proceso de adaptación y que se ajustará a los miembros de la familia. Es importante que cada uno tenga cubiertas sus necesidades, así tendrán más predisposición a la integración, al sentirse seguros y en armonía, algo fundamental para relacionarse con los demás y con su entorno.

Un gato, un perro y ambos pueden convertirse en nuestros compañeros perfectos de piso, no criticarán nuestras acciones, no juzgan, son empáticos, nos harán sentir más positivos, más relajados y comunicativos. Disfrutemos de la diversidad familiar.

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